Michael van Beuren llegó a México en 1937 sin título de arquitecto, pero con una de las formaciones más influyentes del siglo XX: la Bauhaus. Lo que hizo aquí no fue copiar el diseño europeo, sino tropicalizarlo.
Desde Acapulco, donde diseñó los interiores del Hotel Flamingos, hasta la Ciudad de México, Van Beuren creó muebles pensados para el calor, los materiales locales y la vida cotidiana mexicana.
¿Qué hizo diferente a Michael van Beuren?
Van Beuren apostó por una modernidad funcional, sin ornamentos innecesarios, pero con identidad local. Usó mecate, tule, palma y telares tradicionales para crear piezas ligeras, accesibles y hechas para habitarse.
Su empresa Domus marcó época en el diseño nacional. Sus muebles se vendían en tiendas como Liverpool y eran parte del nuevo estilo de vida moderno que comenzaba a tomar forma en México durante los años 40 y 50.
¿Sabías que su tumbona ganó un premio en el MoMA?
En 1941, participó en el concurso de Diseño Orgánico para el Hogar organizado por el Museo de Arte Moderno de Nueva York. La tumbona “Alacrán”, diseñada junto a Klaus Grabe y Morley Webb, fue premiada y vendida en Bloomingdale’s por menos de 70 dólares. Pero su esencia era mexicana: pensada para el clima del sur, para el descanso, para la luz.

¿Y qué tiene que ver con la silla Acapulco?
Aunque no la diseñó directamente, sin Michael van Beuren no habría existido el contexto para que algo como la silla Acapulco surgiera. Él trajo la idea de un diseño costero, fresco, moderno. La Bauhaus, pero con chanclas.
Un legado que sigue vivo
Michael van Beuren vivió en México hasta su muerte en 2004. Sus muebles hoy se encuentran en galerías, subastas y casas donde el diseño no grita, pero transforma. Y su visión sigue inspirando a nuevas generaciones que entienden que el buen diseño no sólo se ve: se vive

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