“Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras, y dijeron: edifiquémonos una torre, cuya cúspide llegue al cielo… Y dijo Dios: confundamos su lenguaje para que no se entiendan entre sí, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra.”
— Génesis 11:1-9
En la Torre de Babel, la humanidad fue dividida por la lengua, en LUX, Rosalía canta en trece idiomas y vuelve a unirlos bajo uno solo: la música.
I. Del algoritmo al altar
En la cultura líquida del scroll, la música ha perdido cuerpo, las canciones duran menos de tres minutos, hechas para evaporarse en la atención. Pero mientras el pop mainstream corre detrás del algoritmo, Rosalía camina hacia lo sagrado, su rebeldía es la quietud; su gesto más radical, la fe. En tiempos de ruido digital, propone silencio ritual.
El álbum —esa forma casi extinta— vuelve con LUX como cuerpo narrativo, peregrinación estética y acto de fe. Ya no escuchamos canciones: participamos en un rito.

II. El cuerpo como templo
El cuerpo es su altar ahí habitan el dolor, la danza, la devoción.
- El Mal Querer: el cuerpo como sacrificio.
- Motomami: el cuerpo como máquina y testimonio.
- LUX: el cuerpo en tránsito, un cuerpo que camina hacia la fe.
Rosalía no actúa: se ofrece. Su espiritualidad no se basa en lo divino, sino en lo humano que se eleva creyendo en el error, el exceso y la vulnerabilidad como liturgia cada beat repite el pulso del alma que no quiere rendirse.
¿Cuántas peleas recuerdan las lineas de mis manos?
¿Cuántas historias caben metidas en 21 gramos?
La Yugular, LUX 2025.

III. El retorno a la lengua perdida
La historia bíblica dice que la humanidad se fragmentó por la palabra Rosalía responde creando una torre sonora donde todas las lenguas pueden convivir. En LUX, canta en trece idiomas —del latín al Alemán, del árabe al catalán— y convierte el lenguaje en puente, no en frontera.
Es el milagro inverso de Babel, la voz como idioma universal, la música como reconciliación.
Su espiritualidad es sincrética: católica y pagana, flamenca y electrónica, barroca y futurista.
Cada sílaba vibra como una ofrenda al origen.
IV. Lux: del barroco al futuro
Algunos dijeron que Motomami fue minimalista, LUX es su contrario: maximalismo espiritual, pero en realidad es un puente entre el pasado y el glitch, entre El Mal Querer y el presente.
El álbum tiene a Rosalía como productora ejecutiva, junto a Noah Goldstein y Dylan Wiggins, con arreglos de Caroline Shaw, la fuerza de la Orquesta Sinfónica de Londres y el Cor Cambra del Palau de la Música Catalana. Más de 120 músicos en escena, cuerdas barrocas y percusiones industriales.
Es como si el barroco y el futuro se encontraran en un acorde celestial. Lux incluye la participación de Björk, Yves Tumor, Sílvia Pérez Cruz, Carminho, Estrella Morente y Yahritza.
Esta estructurado en cuatro movimientos, el disco contiene 18 canciones en sus ediciones físicas, de las cuales tres fueron excluidas en las versiones digitales. La temática del álbum aborda la «mística femenina, la transformación y la trascendencia», combinando diversos sonidos, idiomas y tradiciones culturales.
Los violines recuerdan a Vivaldi y su Invierno, el clímax a Stravinsky con la consagración de la primavera y el espíritu a un credo sin religión.
V. La mística femenina
Rosalía invoca a sus santas: Juana de Arco, Sun Bu’er, Santa Olga de Kiev, Santa Rosa de Lima, Santa Teresa de Jesús, Santa Clara y San Francisco de Asís. Todas cruzaron el fuego, todas transfiguraron su dolor en belleza. Su fe no es obediencia: es creación. Cada canción es una plegaria artística sobre la fe en la creación y la belleza en el caos es una experiencia estética total, un viaje interior donde la palabra guía y la música se transforma en espacio, cuerpo y emoción.

VI. El sonido como redención
El sonido de LUX es incienso y electricidad flamenco, ópera y pop fundidos en una sola llama.
La producción suena etérea y audaz, pero tangible, terrenal.
En Berghain, la cantata se quiebra en techno, en Reliquia, el alma se disuelve en cuerda y aire.
Cada nota es una grieta donde entra la luz. Es el sonido de una artista que deja de buscar aprobación para buscar significado.
VII. Entre lo espiritual y lo mortal
LUX se separa de lo terrenal para convertirse en puente entre lo espiritual y lo mortal.
No hay sermón: hay experiencia.
No hay dogma: hay emoción.
Rosalía canta sobre lo invisible, pero lo hace con cuerpo, con sudor, con verdad. Su voz encarna lo que el arte puede ser hoy: una forma de volver a creer.
“Si en Babel se perdió la palabra, en LUX renace la voz.”

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